Dejar ir

El equilibrio entre el Status Quo y la huida de la zona de confort

«Cuando dejas ir, todo se coloca en su lugar»

Puede que hayas escuchado muchas veces esta frase pero lo cierto es que hasta que no la llevas a la práctica no puedes comprobar su eficacia.

No es tan fácil dejar ir aquello que amas o por lo que has luchado, aunque duela. Una relación, un trabajo, un sueño, un objeto con valor sentimental… Abandonar un proyecto en común, decir adiós a un ideal o perder la seguridad económica, no es plato de buen gusto, menos aún si eres una persona algo tozuda, insistente, constante y aún peor si eres alguien dependiente de aquello que toca dejar ir.

Es por eso que nos resistimos a soltar. Por nuestro carácter y porque hemos aprendido algo horroroso: que perder es sinónimo de fracasar.

¿Porqué nos cuesta tanto dejar ir?

Por un lado, a nuestro cerebro le encanta la estabilidad. Le gusta predecir, con la mayor precisión posible, lo que está por venir, sobre todo porque su principal misión es mantenernos con vida a toda costa y, cuanto más se controla la situación más a salvo parece que estamos. Esto no es del todo cierto, el exceso de control o la creencia que controlamos algo, nos puede llevar a la muerte en algunos casos.

Photo by Wallace Chuck

Controlar en exceso lo que comemos puede llevarnos a la anorexia. Creer que tenemos bajo control los malos tratos que recibimos por parte de alguna de nuestras relaciones, puede llevarnos a la anulación personal.

Por otro lado, desde nuestra más tierna infancia, a muchxs de nosotrxs nos enseñaron las reglas básicas de la felicidad, que eran:

  • Estudiar una carrera (que te asegure…)
  • Tener un buen trabajo (fijo, para…)
  • Comprarse una casa (propia, y así…)
  • Formar una familia (inseparable.)
  • Mantener a lxs amigxs (de toda la vida, con los que…)
  • Compartir ese hobby (que SIEMPRE fue tu pasión)
  • Encontrar la estabilidad en general

Todo esto es fantástico, alguna de estas premisas están en mi lista de «cosas por hacer en la vida» esperando a llevarse el check ✔ más pronto que tarde, pero tienen en común y refuerzan constantemente la misma idea: Lo seguro, lo inamovible, lo predecible, lo conocido

La idea de felicidad, de al menos los de 30 para arriba, pinta un poco así, se fantasea así, y este es el punto de partida de la gran complicación que supone, tantas veces, dejar ir. Perder lo que conocemos o no haber sido capaces de mantenerlo, se convierte en sinónimo de fracaso (personal, laboral, familiar o vital)

Photo by Plato Terentev

¿Os imagináis que cambiaran las reglas?

Supongamos que desde bien pequeñxs nos educan para preparar la receta de la felicidad con los siguientes ingredientes:

  • Formarte continuamente y a lo largo de toda tu vida en cosas diversas
  • Trabajar en diferentes puestos y gremios
  • Cambiar de vivienda y lugar de residencia cada cierto tiempo
  • Evolucionar con tus relaciones y que tus relaciones evolucionen contigo
  • Probar al menos 10 hobbies distintos en la vida: deportivos, creativos, intelectuales, sociales, individuales…
  • Saborear los periodos de bienestar, cargar la pila para cuando vengan vacas flacas.

Este enfoque se mueve en un clima más inestable, menos seguro y controlado, cambiante. Pero, seamos honestxs, esto se parece más a lo que nos encontramos en nuestro día a día, en nuestra vida y en nuestra consulta. Esta atmósfera se ajusta más a la realidad, por lo que pretender el Status Quo es un camino infinito y tarde o temprano frustrante.

Lo único absolutamente cierto es que todo cambia

En resumen, la idea de soltar aquello conocido y embarcarnos en lo desconocido nos da MIEDO, por propia naturaleza, y la idea de perder lo que teníamos se traduce en FRACASO.

Ser un fracasado con miedo ¿Quién quiere eso?

En el otro extremo del rin, nacido en occidente de unos años a esta parte, nos encontramos con ¡¡La Salida de la Zona de Confort!!.

Es una pesadilla. De verdad. Una auténtica pesadilla de gurús motivadísimos que generalizan sin empatizar con las circunstancias de cada uno, porque no pueden y probablemente muchos no saben.

La zona de confort se llama así por algo y precisamente va de la mano con esa necesidad mental y natural de nuestro cerebrito de la que hablábamos al principio. Necesitamos zonas de confort, zonas de seguridad en las que sintamos que «hacemos pie». Puntos de control que nos permitan integrar lo que aprendemos, lo que experimentamos en la vida, que nos permitan ir construyendo nuestro carácter y personalidad a través de los años.

¿Qué idea absurda y suicida es esa de vernos obligadxs a salir de nuestra zona de confort cada dos por tres? Si estamos bien, a gusto, satisfechxs… ¿para qué narices voy a salir de mi zona de confort? Hazte esta pregunta antes de comprar cursos en pdf…

Esta otra cara de la moneda, contradice totalmente la ley del Status Quo para la que hemos sido educadxs y nos coloca frente a una contradicción difícil de gestionar.

La forma sana de Dejar Ir

Entrecomillábamos al inicio de este post la frase «Cuando dejas ir, todo se coloca en su lugar», y os confieso que es del todo cierta, no solamente porque la he experimentado en mi propia piel en varias ocasiones, sino porque me la encuentro en sesión muy a menudo.

No se trata de algo místico o sobrenatural, aunque a veces lo parece, se trata de la predisposición personal y el nuevo enfoque que le damos a la situación, que nos permite VER otras opciones, nuevos caminos, que antes no podíamos percibir.

Inexplicablemente, he visto como personas desesperadas por encontrar un empleo digno tienen la oportunidad profesional soñada cuando se atreven a dejar ir un empleo en el que se les infravalora. De un día para el otro.

He sido testigo de cómo una persona puede regresar a su hogar a las pocas semanas de haber decidido marcharse del mismo, por imposibilidad de convivencia con vecinos incívicos durante años. El problema desapareció.

He vivido como, al aceptar que un proyecto profesional no parece abrirse camino económicamente, se recibe en pocas semanas el dinero y el tiempo necesarios para arrancarlo.

He asistido al momento en el que, tras aceptar que posiblemente no te contacten de esa empresa, recibes la llamada para concertar una entrevista.

Y estos son solamente 4 ejemplos que puedo demostrar con nombre y apellidos.

Parece que la vida nos plantea lo siguiente:

Sólo cuando tengas la conciencia interior para aceptar la pérdida de aquello que deseas, estarás preparadx para recibirlo sin límites

El equilibrio entre el Status Quo (permanecer, mantener, re-intentar hasta la extenuación) y la huida de la zona de confort (falta de compromiso, irresponsabilidad, ensoñación, autoengaño…) está en la capacidad de DEJAR IR.

Dejar ir es la aceptación de los procesos de la vida, la confianza de que todo está en su correspondiente lugar y de que cuando llegue el momento, lo que tenga que suceder sucederá. Es atreverse a soltar, a dejar de apretar los puños, y darse un respiro.

Dejar ir es comprender cual es tu mayor miedo (quedarse solx, no tener trabajo, verse obligado a abandonar tu casa…) y aceptar la posibilidad de que ese miedo se haga realidad. Y es que cuando aceptas tu mayor miedo, es cuando comienza a desvanecerse. Es como si fuese un monstruo que crece y crece a medida que tratas de evitarlo pero, que cuando te atreves a mirarlo a los ojos y valorar su existencia, se esfuma.

Photo by Wallace Chuck

Dejar ir es sinónimo de creerse capaz.

¿Significa esto que cuando algo no salga adelante, se complique o me cause preocupación, debo abandonarlo?

¡No, en absoluto! Esa es la táctica inútil de quien huye del esfuerzo, del trabajo por lo que uno desea. Alejarse de todo aquel obstáculo en el camino, es ser incapaz de reponerse frente la frustración, es el deseo infantil e imposible de que todo salga bien a la primera, de que todo funcione sin esfuerzo. Hay cosas que requieren tu esfuerzo, tu aprendizaje y tu constancia. No se trata de rendirse, se trata de dejar ir.

Hagamos un primer ejercicio para empezar a tomar conciencia y veamos cómo nos sentimos.

Pronuncia estas palabras 3 veces:

«Dejo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin (aquello que te empeñas en mantener

Algunos ejemplos que pueden inspirarte:

  • Dejo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin mi pareja actual
  • Dejo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin este proyecto
  • Dejo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin el reconocimiento de…
  • Dejo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin mi hogar actual
  • Deo ir y confío en mi capacidad de hacerle frente al mañana sin haber cumplido este ideal

Si sabes que ha llegado el momento de dejar ir algo en tu vida, que te cuesta, que te hace llorar solo de pensarlo, y que no te ves capaz de hacerlo, cuenta conmigo para acompañarte en este precioso camino de aprendizaje y liberación.

Espero haber podido arrojar algo de luz a tu concepto de «dejar ir».

Deja en los comentarios tu propia experiencia personal, cómo te has sentido al hacer el ejercicio y comparte este post con quien creas que puede sacarle provecho.

Photo by Lukas

EL DUELO

La vida es un duelo continuo

Dejamos de ser lo que eramos y toca reconstruir

Aquí tienes el post en video por si no tienes tiempo de leer

Dejar ir, perder, desapegarse de aquello que nos identificaba, nos pone tristes.

Y si «aquello» es alguien importante para nosotrxs, con quien hemos experimentado el amor, el cariño, el sano apego, el bienestar… La tristeza necesitará quedarse con nosotrxs largo tiempo ya que la grieta, la herida, será más grande.

Corren tiempos de duelo. De duelos con un toque más cruel que de costumbre.

Se van personas de nuestro lado y ni siquiera podemos cogerles de la mano y darles las gracias por todo lo que han hecho por nosotrxs.

Hablo de nuestrxs mayores (principalmente), que están viviendo el mayor impacto de ésta pandemia.

Photo by Matthias Zomer on Pexels.com

¿Cómo manejo este duelo?

1- ¿Qué ha pasado? Es un momento de impacto, acaba de suceder algo complejo que nos deja con la mirada perdida buscando explicación y ésta, es tan sencilla como cruel: Nuestro ser amado ya no está. Y no está porque la muerte ha aparecido en nuestras vidas. Sabemos que existe y que está ahí para todos, pero cuando nos visita nos rompe.

2- El Dolor: El dolor tiene muchas caras y probablemente pasaremos por todas ellas: la tristeza, el enfado, la rabia, la culpa, el miedo… Todo ello es natural y necesario así que permítete sentir ese dolor y esa pena, permítete vivir lo que sientes y aceptar lo que ha sucedido. Llora sin restricción.

3- La Ausencia. Asimilar que tu ser querido «ya no está» es difícil, porque hasta ahora, estaba. De momento, permitamos que ese espacio vacío tan especial que ha dejado en nuestro mundo, en nuestro corazón y en nuestra vida, siga vacío. Con el tiempo seremos capaces de llenarlo de cosas maravillosas en su honor, aunque ahora no lo quieras ni imaginar.

4- Sus cosas: Son sus pertenencias las que nos van a acercar un poco a la persona que se ha ido. Dedica tiempo a recoger y Despedirte de cada uno de sus objetos, como si fueran esa mano que no pudiste agarrar o esa mejilla que no pudiste besar. Cada lágrima que sueltes, cada «no me lo puedo creer», cada «te echaré de menos» y cada «adiós», te acercarán un poquito a sentirte mejor y a integrar lo que ha sucedido. Mete todo en cajas e intenta quedarte sólo con algo muy significativo para vosotros. El ritual que no hayas podido hacer con su cuerpo, podrás llevarlo a cabo con sus pertenencias una vez pase el estado de alarma.

5- Habla: Habla de tu ser amado con otras personas. De lo que ha sucedido, de cómo era, de cómo te sientes. Cuando compartimos nuestros problemas con los demás, no se solucionan, pero nos hacemos más fuertes. Ahora más que nunca necesitas la energía del resto del mundo, déjate querer y arropar (aunque sea desde la distancia).

6- Re-ubica: Haz que esa persona con la que has compartido tanto hasta ahora, ocupe un nuevo lugar en tu vida. Dedícale tus logros, tus proyectos, tus metas. Dale un puesto de honor en un lugar privilegiado de tu corazón y agradece a la vida por haberte permitido conocer a alguien tan especial. Eres una persona muy afortunada.


  • Lee, escribe, desconecta.
  • Acércate a la cultura y al arte, que nos generan emociones muy positivas y placenteras.
  • Busca alguna serie, película o humorista que te hagan reir y deja a tu mente salir un ratito de la pesadez que estás experimentando. El humor ayuda a sanar y estoy convencida que esa persona que ya no está contigo se sentía feliz cuando te veía sonreir.
  • Lleva a cabo todos los rituales de despedida que hayas aprendido en casa y que te sean posibles realizar.

Tanto si tienes Fe en algo más allá de esta vida como si no, cuenta con los profesionales que pueden acompañarte en estos momentos tan intensos.

Recuerda que no eres la única persona que ha perdido a alguien, que no estás solo en esto y que el día de mañana tú podrás servir de ayuda, con tu experiencia, a otras personas.

Mi más sentido pésame

Photo by Pixabay on Pexels.com